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Más-uno

«Hablar de un filme será a menudo mostrar cómo nos convoca a tal idea en la fuerza de su pérdida; al revés de la pintura, por ejemplo, que es por excelencia el arte de la idea minuciosa e íntegramente dada.

Este contraste me introduce en lo que considero la dificultad principal que supone hablar axiomáticamente de un filme. Es el hecho de hablar de él en tanto filme. Pues  cuando el filme organiza realmente la visitación de una idea -y es lo que suponemos, puesto que hablamos de ello-, es siempre una relación sustractiva, o defectiva, respecto de una o varias artes. Lo más delicado es sostener el movimiento de la defección y no la plenitud de su soporte, sobre todo porque la vía formalista, que conduce a pretendidas operaciones fílmicas puras, es un callejón sin salida. Nada es puro en el cine, que está interior e íntegramente contaminado por su situación de más-uno de las otras artes.»

¿Se puede hablar de un filme?, Alain Badiou, Imágenes y palabras (Manantial, 2005)

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Infrecuente

«Estaría tentado de decir que el juicio diacrítico es a los autores lo que el juicio indistinto es a los actores: el índice de una rememoración provisoria. Al final de cuentas, el juicio diacrítico define una forma sofisticada, o diferencial, de la opinión. Designa, constituye el cine de calidad. Pero la historia del cine de calidad no esboza a la larga ninguna configuración artística. Esboza más bien la historia, siempre sorprendente, de la crítica de cine, ya que es la crítica, en todas las épocas, la que proporciona al juicio diacrítico sus referencias. La crítica nombra la calidad, pero al hacerlo, ella misma es todavía demasiado indistinta. El arte es infinitamente más infrecuente que lo que la mejor crítica puede suponer.

(…) Cementerio de autores, la calidad designa menos el arte de una época que su ideología artística.»

¿Se puede hablar de un filme?, Alain Badiou, Imágenes y palabras (Manantial, 2005)

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Intensificación

«… creo que hay un barniz totalmente deliberado, extremado, que yo atribuiría en particular a algo que se da de manera bastante sistemática: un exceso en la intensidad de la interpretación de los actores. Esa singularidad desde el punto de vista de la interpretación de los actores es una característica sorprendente del filme. Hay fragmentos enteros que son fragmentos de intensidad del actor. En mi opinión, Anderson sabe muy bien que se le puede reprochar eso como una colección de coqueterías, y es posible decirlo. Hay momentos en que el actor está tan expuesto que se puede decir que lo disfruta realmente: por ejemplo, la escena semihistérica de Julianne Moore en la farmacia, o el gran sermón sexual de Tom Cruise. Todos los actores, como en la ópera, tienen su aria, es decir, un momento en que van a mostrar lo que saben hacer. Creo que es un barniz otorgado a la escena, una intensidad casi excesiva, que finalmente va a tener que ser retomada, de todos modos, en la vida de la totalidad. El final se compone de eso, pero no es reductible a eso. Es cierto que, desde esta perspectiva, estamos acorralados: decimos que el filme es neoclásico por una serie de razones evidentes, pero a otro nivel estaríamos tentados de hablar de barroco, verdaderamente, en sentido clásico del barroco. Hay oposición entre barroco y clásico, pero el barroco tiene también una dimensión de cierto clasicismo. Yo percibo una estética barroca, es decir, que la construcción del todo se hace a partir de una intensificación de las partes, y no sólo a partir de una subordinación de las partes al conjunto. Cada parte debe intensificarse, y solamente a partir de esa intensificación encontrará su principio de conexión con las otras. Cuanto más singular es una historia, más oportunidades tiene de conectarse con las otras, y para nada en el sentido de que tendría que debilitarse para ligarse con las otras. Anderson logró eso, que es muy difícil porque, habitualmente, en los filmes con múltiples historias intrincadas (algo que no inventó él), se logra anudar las partes a costa de un debilitamiento de cada uno de los componentes. Aquí, en cambio, se anudan en su intensificación, como, por ejemplo, en la entrevista de Tom Cruise, que va a permitir pasar a otro nudo: eso se hace con violencia, sin nigún pulimento.»

Sí al amor; si no, la soledad, Alain Badiou, Imágenes y Palabras. Escritos sobre Cine y Teatro (Manantial, 2005)

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No arte

“Se puede formular el siguiente principio: un filme es contemporáneo, y por lo tanto destinado a todos, en la medida en que el material cuya depuración asegura es indentificable como perteneciente al no arte de su tiempo.

Esto es lo que hace del cine, intrínseca y no empíricamente, un arte de masas: su referente interno no es el pasado artístico de las formas, lo cual supondría un espectador educado, sino una imaginería corriente de la que las eventuales operaciones artísticas aseguran el filtro y el tratamiento distanciado. El cine reúne materiales no artísticos identificables de su entorno, que son indicadores ideológicos de la época, y hace pasar su depuración artística, eventualmente, en el registro de una indiscernibilidad aparente entre arte y no arte.”

Sobre la situación actual del cine, Imágenes y palabras. Escritos sobre cine y teatro, Alain Badiou, (Manantial,2005)

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