«… creo que hay un barniz totalmente deliberado, extremado, que yo atribuiría en particular a algo que se da de manera bastante sistemática: un exceso en la intensidad de la interpretación de los actores. Esa singularidad desde el punto de vista de la interpretación de los actores es una característica sorprendente del filme. Hay fragmentos enteros que son fragmentos de intensidad del actor. En mi opinión, Anderson sabe muy bien que se le puede reprochar eso como una colección de coqueterías, y es posible decirlo. Hay momentos en que el actor está tan expuesto que se puede decir que lo disfruta realmente: por ejemplo, la escena semihistérica de Julianne Moore en la farmacia, o el gran sermón sexual de Tom Cruise. Todos los actores, como en la ópera, tienen su aria, es decir, un momento en que van a mostrar lo que saben hacer. Creo que es un barniz otorgado a la escena, una intensidad casi excesiva, que finalmente va a tener que ser retomada, de todos modos, en la vida de la totalidad. El final se compone de eso, pero no es reductible a eso. Es cierto que, desde esta perspectiva, estamos acorralados: decimos que el filme es neoclásico por una serie de razones evidentes, pero a otro nivel estaríamos tentados de hablar de barroco, verdaderamente, en sentido clásico del barroco. Hay oposición entre barroco y clásico, pero el barroco tiene también una dimensión de cierto clasicismo. Yo percibo una estética barroca, es decir, que la construcción del todo se hace a partir de una intensificación de las partes, y no sólo a partir de una subordinación de las partes al conjunto. Cada parte debe intensificarse, y solamente a partir de esa intensificación encontrará su principio de conexión con las otras. Cuanto más singular es una historia, más oportunidades tiene de conectarse con las otras, y para nada en el sentido de que tendría que debilitarse para ligarse con las otras. Anderson logró eso, que es muy difícil porque, habitualmente, en los filmes con múltiples historias intrincadas (algo que no inventó él), se logra anudar las partes a costa de un debilitamiento de cada uno de los componentes. Aquí, en cambio, se anudan en su intensificación, como, por ejemplo, en la entrevista de Tom Cruise, que va a permitir pasar a otro nudo: eso se hace con violencia, sin nigún pulimento.»
Sí al amor; si no, la soledad, Alain Badiou, Imágenes y Palabras. Escritos sobre Cine y Teatro (Manantial, 2005)