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Trozos de naturaleza

«La oposición entre imagen-movimiento e imagen-tiempo es, pues, una ruptura ficticia. Su relación es más bien la de una espiral infinita. La actividad del arte siempre debe tornarse pasividad, para, una vez alcanzada esa pasividad, ser nuevamente contrariada. Si Bresson aparece tanto en el análisis de la imagen-afección como entre los adalides de la imagen-tiempo, es porque su cine encarna mejor que ningún otro esa dialéctica central de los libros de Deleuze y, más profundamente, encarna una forma radical de la paradoja cinematográfica. El cine bressoniano está construido, en efecto, por un doble encuentro entre lo activo y lo pasivo, lo voluntario y lo involuntario. El primero vincula la voluntad soberana del cineasta a esos cuerpos filmados que él llama modelos, para oponerlos a la tradición del actor. El modelo aparece ante todo como un cuerpo plenamente sometido a la voluntad del autor. Este último le pide que reproduzca las palabras y los gestos que le indica, sin jamás interpretar, sin jamás encarnar al personaje como hace el actor tradicional. El modelo debe comportarse como un autómata y reproducir con tono uniforme las palabras que le enseñen. Pero entonces la lógica del autómata se invierte: al reproducir mecánicamente, sin conciencia, las palabras y los gestos dictados por el cineasta, el modelo las habitará con sus propia verdad interior, les dará una verdad que él mismo desconocía. Pero esa verdad aún era más deconocida para el cineasta, y los gestos y las palabras que tiránicamente impuso al modelo producirán entonces un filme que él no podía prever, un filme capaz de ir al encuentro de lo que había programado. El autómata, dice Deleuze, manifiesta lo impensable en el pensamiento: en el pensamiento en general, pero en primer lugar en el suyo, y también y sobre todo en el cineasta. Ése es el primer encuentro entre la voluntad y el azar. Pero luego acaece un segundo: esa verdad que el modelo manifiesta sin él saberlo, y sin que lo sepa el cineasta,  se le escapará de nuevo. Dicha verdad no está en la imagen que ha ofrecido a la cámara, sino en el ordenamiento de imágenes que llevará a cabo en el montaje. El modelo sólo proporciona la sustancia de la película, una materia prima análoga al espectáculo de lo visible ante el pintor: trozos de naturaleza, dice Bresson.  El trabajo del arte consistirá en coordinar esos trozos de naturaleza, para expresar su verdad, para darles vida a la manera de las flores japonesas.»

¿De una imagen a otra? Deleuze y las edades del cine, Jacques Rancière, La fábula cinematográfica (Paidós, 2005)

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Variaciones

«No con cualquier pintura, por supuesto, sino con una cierta pintura: pienso en concreto en el arte de los neoplasticistas, de un Theo van Doesburg, de un Piet Mondrian. Arte basado en el manejo de un número extremadamente limitado de elementos (los colores primarios) y de su geometrización en una rejilla susceptible de ser sometida a una serie de modulaciones que desembocan en la última parte de la obra de Amersfoort en una serie de rigurosas variaciones. Variaciones que instauran una verdadera dialéctica entre la identidad y la diferencia, destinada a revelar (en palabras del mismo Mondrian) el aspecto interno que se vislumbra a través de la superficie de las cosas.

(…) En el fondo, estos artistas, como Bresson, persiguen el que es (en palabras de Jean François Lyotard) el sueño del arte moderno: presentar,  en este caso por la vía de la abstracción más rigurosa, lo que hay de impresentable, haciendo ver que hay algo que se puede concebir y que no se puede ver ni hacer ver

Sistema Bresson, Santos Zunzunegui, Robert Bresson (Cátedra, 2001)

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Problema

«Lo real llegado a la consciencia ya no es real. Nuestro ojo demasiado pensante, demasiado inteligente.

Dos tipos de real: 1° Lo real bruto, registrado tal cual por la cámara; 2° lo que llamamos real y que vemos deformado por nuestra memoria y por falsos cálculos.

Problema. Hacer ver lo que ves por mediación de una máquina que no lo ve como tú lo ves.»

Lo real, Notas sobre el cinematógrafo, Robert Bresson (Árdora Ediciones, 2007)

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